Palau Güell

El Palau Güell

El Palau Güell fue un hito de la arquitectura europea en su época y puede ser considerado uno de los edificios pioneros del movimiento Art Nouveau, destacando sobre todo por su innovadora concepción del espacio y la luz.

En este edificio, Antoni Gaudí aplicó un conjunto de soluciones muy diversas basadas en planteamientos muy personales, y utilizó su imaginación para crear unas formas excepcionalmente expresivas, trabajando con materiales tradicionales de gran calidad, como la piedra, madera, forja, cerámica o vidrio.

La construcción del Palau Güell representa el cenit de la juventud de Gaudí. Aquí desarrolló aún más las soluciones probadas en proyectos anteriores al tiempo que introdujo una gran parte de las características que llegarían a formar la base de su repertorio posterior.

Materiales de primera clase

El empresario e industrial Eusebi Güell, cada vez más fascinado por la obra del arquitecto, encargó a Gaudí la construcción de su residencia en el centro de Barcelona, entre las calles Nou de la Rambla, Lancaster y la Rambla. El edificio iba a ser la residencia de la familia de Güell, así como un lugar social y cultural y un lugar de encuentro de la burguesía.

El motivo por el que el Conde Güell eligió construir su residencia en el barrio del Raval y no en el Eixample, entonces el barrio burgués emergente, fue la proximidad del Palau Güell a la antigua Casa Güell, que era la residencia paterna que había heredado unos años antes.

Gaudí encontró excelentes soluciones al desafío que se le planteó: construiría una residencia que se convertiría en un importante lugar de reunión de las élites en medio de un barrio heterogéneo donde había poco espacio y poca luz.

Para su construcción utilizó los mejores materiales, entre ellos, por ejemplo, la piedra de las canteras propiedad de Güell en la comarca del Garraf, y también contó con la obra de los profesionales más brillantes de la época, como el arquitecto Francesc Berenguer, quien se convertiría en uno de sus más fieles asistentes.

El edificio fue inaugurado en 1888, coincidiendo con la Exposición Universal celebrada en el Parque de la Ciutadella de Barcelona.

Elementos iniciales

El Palau Güell es el único edificio de nueva construcción que Gaudí ha podido terminar por completo y tiene el honor de ser el que mejor se conserva porque nunca sufrió modificaciones sustanciales. En la entrada principal se pueden ver dos puertas con perfil de arco catenario que debieron ser particularmente llamativas en el momento de su construcción por su inusualmente grande amplitud. Gaudí concibió el espacio para carruajes como una extensión de la calle para que los vehículos pudieran entrar y salir fácilmente, un sistema muy innovador en ese momento.

El sótano contiene uno de los espacios más singulares: el establo de caballos. Los pilares y bóvedas inusuales aquí crean un paisaje notable al tiempo que forman una parte importante de los cimientos del edificio. También se llegaba a las caballerizas a través de una rampa en espiral, que era una muestra más de la originalidad del arquitecto.

Técnicas innovadoras para ganar espacio y luz

El Palau Güell es de gran interés por su sugerente concepción del espacio y la luz. Esto se puede ver en la organización de los espacios interiores que pivotan en torno a la sala central de tres pisos de altura y cubierta por una cúpula parabólica de reminiscencias celestiales.

En torno a esta sala, Gaudí distribuyó las estancias del edificio de una manera completamente funcional, creando juegos de perspectiva que dan al Palacio una sensación de gran tamaño aunque en realidad se encuentra en una parcela relativamente pequeña.

Entrar en el salón central es una de las experiencias sensoriales más impactantes. Este espacio fue concebido como una sala de conciertos en la que el órgano es el protagonista y la cúpula actúa como una gran caja de resonancia. La restauración de los tubos de madera originales del órgano y la adquisición de una nueva consola permite a los visitantes escuchar la excelente acústica de este espacio durante su recorrido ya que cada treinta minutos se toca una de las piezas musicales de las que disfrutaba la familia Güell cuando vivían aquí.

La estancia anterior a la entrada de la sala central, llamada sala de los escalones perdidos, es uno de los lugares donde se hace más evidente que Gaudí tuvo que utilizar su imaginación para suplir la falta de espacio. Encontró la solución creando una fachada dividida en tres planos. Otra área destacable del edificio es la sala de fumadores o salón, cuyo ventanal abultado y saliente se destaca claramente sobre el patio sur.

Primera terraza de techo icónica

La azotea es un ejemplo del lenguaje único que utilizó Gaudí en el Palau Güell. Sus 481 metros cuadrados. se distribuyen en cuatro niveles: el mayor se encuentra sobre el cuerpo central del edificio y contiene catorce chimeneas, cuatro buhardillas en forma de conchas o arcos parabólicos, lucernarios y el farol de la cúpula central. Subiendo unas escaleras se llega al segundo nivel, sobre el cuerpo anexo del edificio, con otras seis chimeneas construidas con ladrillo caravista. El tercer nivel es donde se encuentra la cabaña de la escalera de servicio, mientras que el cuarto nivel es el sitio de la aguja cónica.

Aquí, por primera vez, Gaudí transformó los capuchones de las chimeneas convencionales en elementos escultóricos revestidos con mosaico de trencadís. En el centro hay una aguja que está cubierta con piedra arenisca de las paredes de los hornos de cal y rematada con un pararrayos con una rosa de los vientos, un murciélago y una cruz griega. Aunque los materiales utilizados en todo el edificio son bastante tradicionales (piedra, madera, cerámica, etc.), el uso revolucionario de los mismos por parte de Gaudí proporciona resultados espectaculares.

Casi llevado a EEUU

El Palau Güell pasó por una serie de dificultades tras ser heredado por la viuda y los hijos del Conde Güell. Durante la Guerra Civil fue utilizado como comisaría de policía y en 1944 estuvo a punto de ser comprado por un millonario estadounidense, que pretendía embarcarlo piedra a piedra. Finalmente, Mercè Güell, la hija menor de Eusebi Güell, cedió el edificio a la Diputación de Barcelona a cambio de una anualidad y con la condición de que el edificio se conservara y se le diera un uso cultural.

En 1952 se instaló allí la Asociación de Amigos de Gaudí y desde finales de la década de 1950 hasta 1996 fue sede del Instituto del Teatro.

En 1984 fue catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por su excepcional valor universal en la sección “Obras de Gaudí”, y durante los últimos veinte años se han llevado a cabo diversas obras de restauración. Estos trabajos han incluido una restauración integral que ha contribuido a profundizar en el conocimiento del edificio, la restauración de los elementos estructurales y ornamentales. En 2011 el palacio se convirtió en museo.

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